La estimulación temprana del niño define el tipo de desarrollo que tendrá a partir de su potencial y de la influencia de su entorno. ¿Cuál es el crecimiento ideal que los padres conciben para sus hijos? Tal pregunta debe ser atendida.
Es probable que algunos padres se pregunten si comenzar un programa de este tipo a muy corta edad realmente brinde frutos. La realidad es que los estudios científicos y las bases filosóficas y pedagógicas de tal práctica demuestran su éxito.
Esperamos que en los siguientes párrafos puedas encontrar información valiosa para tomar, de manera oportuna, la decisión de estimular efectivamente a tu hijo. De esta manera le proveerás las herramientas y habilidades para el resto de su vida.
La estimulación temprana es un programa científicamente estructurado para brindar al niño una ejercitación múltiple de todas sus áreas vitales. Con este sistema se incrementa de forma progresiva el aprovechamiento de su potencial.
En los primeros cuatro años, el niño protagoniza el desarrollo de la mayoría de las habilidades y competencias que usará el resto de su vida. De allí que el entorno en el que vive debe brindarle los estímulos adecuados.
¿Te parecen afirmaciones extremas? Si percibes el crecimiento físico tan significativo que se produce en tu hijo durante los primeros años, imagina los avances que suceden de manera silenciosa. ¿Cómo puedes actuar ante este escenario?
A partir de esta realidad y basados en estudios de pediatras, pedagogos, neurocientíficos y psicólogos se ha establecido la práctica de estos programas. Hablamos entonces de estimulación psicomotriz, de lenguaje, afectiva y cognitiva.
En este sentido, los docentes ponen en práctica un conjunto de actividades que ofrecen al niño estímulos variados que aportan a su desarrollo.Así, por ejemplo, la estimulación auditiva construye la base necesaria para luego aprender idiomas.
Cuando el niño carece de estímulos, se afecta el desarrollo de las habilidades que, por sus períodos sensitivos, eran más fácil de aprender. De allí que muchas deficiencias de lenguaje se producen más por carencias externas que por condición propia.
Si el niño recibe de forma sistemática, apropiada y oportuna los estímulos, entonces logrará consolidar habilidades que tenía de forma potencial.
Ya hemos señalado que en los cuatro primeros años de vida se producen desarrollos y adquisiciones exponenciales. Es decir, durante este tiempo el ser humano participa del proceso más drástico de cambios.
Desde la perspectiva de la estimulación temprana, se diseñó un programa que atiende año por año todas las áreas. Con esta metodología se abordan los estímulos para fomentar el crecimiento, la maduración y el desarrollo integral.
En el primer año, por ejemplo, se proponen actividades que incluyen la música como incentivo del entorno para favorecer la maduración auditiva. La metodología incluye la postura corporal, el tiempo de estimulación y la interacción propiciada.
De forma progresiva, según la edad, se puede enriquecer las estrategias en variedad y complejidad. Si seguimos con el ejemplo anterior, durante el segundo año se agregarán al ejercicio datos del intérprete y de la pieza musical escuchada.
Y, como es de suponer, para el tercer año se incluirán datos de una mayor dificultad. La calidad y variedad de los estímulos interactúan en concordancia con la maduración desarrollada por el niño.
De forma equivalente, pueden mencionarse actividades físicas que buscan un mejor desarrollo y manejo de la inteligencia corporal. También en el área cognitiva se prevén trabajos con colores, números, formas geométricas, entre otras.
¿Habrás escuchado alguna vez que no todos servimos para todo? ¿Quizás habrás oído que hay niños que son buenos en las ciencias y malos en las humanidades o viceversa? Esos mitos deberían desaparecer con prácticas pedagógicas efectivas.
Cuando nos referimos a un caso exitoso de estimulación temprana, debemos hablar de Optimist Excellence. Esta metodología concibe al niño en su dimensión de 360°; es decir, como un individuo con capacidad de desarrollo integral.
Bajo esta concepción pedagógica, esta metodología aplica estrategias para propiciar el aprovechamiento de las potencialidades del niño. Desde la más tierna edad se incentiva su desarrollo en todas las áreas.
Por esa razón se incluye el desarrollo del lenguaje, la psicomotricidad, lo afectivo y lo cognitivo. Se entiende además que la interacción entre estas distintas áreas es sinérgica, para lograr que los avances en cada una influyan positivamente en las otras.
En el caso del lenguaje, se concreta un trabajo de activación de las habilidades comunicativas en la lengua materna y en inglés. Por otra parte, los avances en matemática se transfieren también al desarrollo del lenguaje.
Otro componente muy interesante del programa son los talleres. En ellos se da cabida a los cuentos, la creatividad, la ciencia y el manejo de la tecnología; también se incorporan el trabajo colaborativo y el pensamiento crítico orientado a la resolución de problemas.
De todo esto resulta evidente la percepción del niño como un universo en expansión.
La actividad sistematizada como base de la estimulación temprana es la clave del éxito de Optimist Excellence. Esta metodología está diseñada para lograr un desarrollo integral del niño, objetivo prioritario compartido entre los padres y la escuela.
La excelencia académica debe ser sembrada desde temprana edad, cuando el niño está en su máxima expresión de potencialidad. Lo que se activa con esta metodología pedagógica brindará al niño las herramientas para toda su vida.
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