Aprender a leer es un proceso que requiere estimulación oportuna, adecuada y sistematizada. Más allá de lograr que el niño identifique los sonidos y las ideas contenidas en los grafismos, los padres y maestros deben transmitir el disfrute hacia la actividad.
La lectura, además de ser una adquisición cultural, representa una experiencia que se produce en el espíritu del ser humano. Por ello, los hijos requieren moldeamiento por parte de los seres significativos en su vida para incorporarla en su rutina.
Para los padres conscientes de que aprender a leer es una de las adquisiciones más trascendentales en la vida de sus hijos, brindamos este artículo. Esperamos que las ideas aquí expuestas sean útiles en el logro de este objetivo común.
Lo decíamos antes, aprender a leer implica un hecho importante para el niño porque marca en gran medida los límites de su universo. Esta habilidad se convierte en una experiencia justo en el momento en que se vincula con sus intereses.
La identificación y comprensión tanto de las palabras como de las oraciones es un proceso mecánico, que está acompañado de diferentes grados de competencia. Pero más allá de esta concepción, aprender a leer debe ser un deslumbramiento de la curiosidad.
A través de la lectura de cuentos, poemas, canciones y demás textualidades, los niños experimentan emociones y vivencias. A su vez, el lenguaje, la capacidad comunicativa y las habilidades cognitivas se incrementan.
Los niños aprenden a leer antes de aprender a leer. Aunque parece un sinsentido, es una gran verdad. Cada niño comienza la adquisición de esta habilidad mucho antes de que se dé inicio con formalidad la enseñanza de la misma.
Un programa de lectura y escritura sistematizado parte de un mundo en el cual el niño debe recibir la estimulación adecuada y oportuna, pero de manera gradual. La maduración del proceso depende de los propios avances que el niño realice con apoyo firme.
El desarrollo psicomotriz y cognitivo de cada individuo depende de la activación de sus potencialidades y de la empatía desplegada durante el proceso. Un bebé puede recibir inducción para que, en su momento, logre desplegarse en el aprendizaje.
Para que los hijos aprendan a leer de forma natural, lo mejor es integrarse en un proceso sistemático. Si bien la escuela tiene un programa convalidado de estimulación de la lectura, en casa también se siembra el hábito.
El juego, la experiencia del encuentro gratificante, el descubrimiento de lo inesperado, la cercanía con el libro y el modelamiento son importantes. El hogar es el espacio donde comienza la expectativa por aprender a leer.
Los padres son unos observadores excelentes de los gustos de sus hijos y pueden actuar de manera proactiva para motivarlos a leer. Si el niño prefiere temas relacionados a los dragones, los personajes de fantasía, los robots o los animales, allí está su interés.
Aprender a leer y disfrutar del proceso puede asociarse con el encuentro fortuito, en la sala de la casa, del niño con un libro llamativo e interesante sobre el tema identificado. Y es que los libros son objetos que se manipulan y proveen una experiencia sensorial.
Un libro es una herramienta lúdica, perfecta para jugar, manipular e imaginar. El contacto con el objeto representa un acercamiento al proceso y, sobre todo, al interés por dominarlo. De esta manera el encuentro del libro es un detonante del aprendizaje.
El niño que descubre las letras y las palabras en su entorno las integra de manera natural en su mundo. Lejos de presentarlas como objetos intelectuales, ligados a la educación formal, deben ser compañeras de aventura, siempre al alcance.
En la casa, en la escuela, en la pantalla y en la ciudad son identificadas como parte del mundo que se transita. ¿Cuántas veces hemos visto la fascinación de un niño que mientras está en el automóvil va leyendo por primera vez los avisos de la vía?
Esa imagen ilustra el descubrimiento de una apropiación ya hecha. Esa que se ha realizado luego de estar en contacto permanente con los textos. Un niño que aprende a leer se empodera e inicia su proceso hacia la adquisición de múltiples saberes y habilidades.
El «Haz lo que yo digo y no lo que yo hago» puede sonar contundente, pero resulta poco eficaz en el caso del aprendizaje de la lectura. Más bien, el modelamiento a partir de aquello que los hijos ven en sus padres resulta significativo y motivador.
¿Cómo puede un niño desarrollar amor por la lectura, si en el hogar nadie lee o no existe una biblioteca o un estante de libros? El hijo que observa a sus padres disfrutando de un libro tendrá más iniciativa para imitarlos.
¡Cuán gratificante resulta para un niño que le cuenten una historia o que le deleiten con un poema! Seguramente, en el futuro esas memorias formarán parte de sus recuerdos más queridos. Excelente clave para aprender a leer.
Los padres que les leen a sus hijos hacen el mejor trabajo afectivo, comunicativo e inspirador que pueda realizarse para promover el aprendizaje. La imaginación, la creatividad, el pensamiento racional, entre otros, se estimulan con esta práctica.
Esperamos que las claves que hemos desarrollado en este artículo puedan orientarte de manera práctica y efectiva. Hemos visto que aprender a leer es un proceso que puede llevarse de manera natural y ligada al disfrute. Y este proceso debe ser estimulado.
El mejor programa de lectura y escritura de la escuela tiene garantizado su éxito cuando los padres actúan en consonancia desde el hogar. En las escuelas AEF podemos brindar la mejor educación para tus hijos y contamos con programas de estimulación temprana.
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